TORMENTAS ¿CÓMO ENFRENTARLAS?
MATEO 8:23-28
Introducción:
De la experiencia que tuvieron los apóstoles con una tormenta, podemos aprender Cómo enfrentar las nuestras
-Las tormentas prueban nuestro carácter y sacan a la luz lo que hay en nuestro corazón nos hacen ver como realmente somos.
-Las tormentas no son iguales para todos y hay de distintas clases.
I. TRES COSAS QUE DEBEMOS SABER SOBRE LAS TORMENTAS.
1. Son parte de la vida. No desaparecen porque seamos cristianos, es decir siempre las vamos a enfrentar.
-Enfrentar una tormenta no debería sorprendernos. A los discípulos los azoto no porque algo andaba mal, ellos estaban obedeciendo a Cristo.
-Jesús dijo en el mundo tenéis aflicciones, pero confiad.
2. Nos hacen crecer espiritualmente.
Nunca una tormenta nos dejara igual, paso con los discípulos y pasará con nosotros. Nuestro concepto de Cristo y nuestra fe nunca serán iguales después de una tormenta.
3. Tienen causas espirituales.
Una tormenta puede parecer natural pero su causa en la mayoría de los casos es de carácter espiritual.
-Jesús y sus discípulos se dirigían hacia Gadara una región donde había una influencia demoníaca muy fuerte que hasta los habitantes no querían a Jesús.
-satanás puede usar tormentas y personas o circunstancias para cambiar nuestro rumbo con el fin de que no alcancemos nuestro propósito.
II. TRES COSAS QUE DEBEMOS HACER AL ENFRENTAR TORMENTAS.
1. No entrar en temor. Los discípulos tuvieron miedo, el miedo o nos paraliza o nos hace hacer cosas que no debemos. El temor anula nuestra capacidad para pensar objetivamente y para creer en el poder de Dios.
2. Aseguramos que Jesús esté con nosotros. Si Él está con nosotros no importa cuál sea el problema no nos hundiremos, porque Él se hundirá con nosotros. Jesús estaba en la barca con los discípulos, pregunta ¿esta Él en la tuya? Si tu ruta no es la misma de Jesús rectifícala. O no estará contigo.
3. Despertar al Jesús que está dormido en nuestra barca. Muchos solo creen en un Jesús histórico o en un Cristo que algún día vendrá por ellos, pero necesitamos al Jesús de hoy que se haga presente en nuestras tormentas.
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